Soy
defensor del triángulo de trabajo “padres - entrenador - jugador”. Un Triángulo
donde cada uno de los integrantes del mismo tiene un ROL claramente
diferenciado y delimitado que han de asumir, pero en el que todos debemos ir en
la misma dirección. “independientemente unidos”.
Quiero centrarme en el ROL de ser papá de un
jugador de la base (periodo formativo).
Primero, y uno de los puntos más importantes
que se deben preguntar es: ¿confío en el trabajo del entrenador y en el club
i/o entidad donde mi hijo desarrolla su actividad?
Si la respuesta es NO, la pregunta que viene
relacionada es ¿Por qué sigo llevando a mi hijo a un sitio en el que no estoy a
gusto con el servicio que quiero o creo que deben darme? ¿Qué hace que siga
llevando a mi hijo a un lugar donde sólo hago que criticar y menospreciar el
trabajo que muchas personas (la mayor parte de ellas cualificadas) hacen
simplemente porque no hacen lo que creemos que deben hacer, a veces sin saber
ni siquiera ni lo que estoy del por qué estoy protestando?
Si la respuesta es SI (que debería ser la más
generalizada) deberíamos confiar en el trabajo del entrenador que realiza o
participa directamente en la formación deportiva y como persona de nuestro hijo/a.
El trabajo de entrenador de la base (en la
mayoría de las veces siendo de forma totalmente altruista) no es tarea fácil.
Nos encontramos con diferentes “tipos de padres (papa, mama i/o tutores)” que
creen saber todas las fórmulas para que el equipo donde su “peque” juega gane a
toda costa. Lo que a veces no saben o simplemente no entienden es que, nosotros
los entrenadores, uno de los aspectos que realmente nos importa es la formación
completa del jugador/a, ganar o perder está dentro del periodo formativo de la
base, y a veces ganamos más allá del resultado. Pero no se puede enseñar a
ganar o enseñar a perder como “algunos pretenden”. Estamos formando para poder
implantar nuestros conocimientos técnicos i/o tácticos (en la medida de
nuestras posibilidades) para que ellos aprendan a jugar con total garantías al
deporte que libremente han escogido practicar.
El entrenador intenta implantar
unas directrices formativas (disciplina deportiva) y una manera de trabajar que
con una sola palabra o frase del papá o
mamá desde la grada se puede ir al “traste”, tirando por el suelo todo el
trabajo que el propio entrenador lleva semanas confeccionando.
Debemos confiar plenamente en las cualidades
de los entrenadores de nuestros hijos como confiamos en los profesores que educan
a nuestros peques en los respectivos colegios. Recordemos que el entrenador/a
pasa semanalmente el suficiente tiempo con nuestros peques como para creer que
también son parte importante en la formación de nuestros hijos, no solamente deportivamente
hablando sino como formación en valores éticos y humanos.
El triángulo padres-jugador-entrenador debe
estar fuertemente ligado y engranado, pero a la vez debe cada parte ser capaz
de ser totalmente independiente para que cada una pueda ejercer su función
dentro del mismo.
No es fácil ser padre y ver los
acontecimientos que “creemos negativos” desde la grada, pero tampoco es fácil
ser entrenador y ser continuamente cuestionado por padres que no quieren
argumentar o entender el por qué de las decisiones que se toman. Y lo que más
me preocupa, la situación que debe soportar el jugador/a sin desearlo.
Encontrarse entre hacer caso a su entrenador (que le enseñará a mejorar según
sus conocimientos o su filosofía de trabajo grupal) o hacer caso a su
padre/madre que son con quienes deben convivir la mayor parte del tiempo en
casa. Dos referentes que juegan un papel importante, cada uno en su faceta.
Me pregunto: Estos papas que cuestionan la
“profesionalidad” de los entrenadores que intentan formar a su hijo/a en el
deporte y entidad que han elegido libremente ¿se cuestionan también la profesionalidad
de los profesores que ayudan en la formación lectiva de sus hijos?
Por favor, demos la confianza necesaria que
debe tener un formador. Pensemos en que la diversión que deseamos que exista en
la práctica deportiva de nuestro hijo/a también viene determinada por la
actitud de los padres dentro del triángulo. Si la actitud es positiva, esta se
refleja y se transmite rápidamente, creando un escenario perfecto. Si la
actitud es negativa esta se magnifica y es difícil trabajar con ella.
Siempre existen discrepancias en las
diferentes formas de entender cada situación que ocurre, pero existen
mecanismos donde poder argumentar lo que sucede, coordinadores, directivos o
incluso reuniones solicitadas en tiempo y forma correctas, pero debemos
entender que desde la grada también podemos ayudar en la buena formación
deportiva y humana de nuestros hijos/as.
Opinión personal de lo que voy observando por
las pistas….