Este pasado miércoles 19 de Octubre de 2011 fue un día grande para un grupo de jugadores afectados de minusvalía física y/o psíquica de Castelldefels i cercanías.
Pabellón de Can Roca. 19.15h, Fue el primer día de entrenamiento junto a los chicos y chicas del benjamín de la Escuela de Fútbol Sala Castelldefels.
La experiencia fue emocionante desde el primer momento. Ver como los jugadores del club los recibieron con los brazos abiertos, como les explicaban que debían hacer, como bromeaban entre ellos…. Esa transmisión de felicidad de los unos a los otros fue lo que ayer me hizo sentir un privilegiado en la pista.
El poder explicar de forma educativa a los integrantes de la EFS Castelldefels , que los nuevos compañeros que estaban allí, ilusionados y nerviosos, hacía tiempo que tenían un sueño, y que este era nada más y nada menos que el poder entrenar con los mismos niños y niñas que quizás estudian en el mismo colegio, que quizás se cruzan en el parque, o simplemente se conocen de haberse visto alguna vez en el Centro Comercial.
Este sueño de poder entrenar, que los “nuestros” lo veían como una cosa habitual, les hizo entender que en la vida, las cosas se han de valorar. Entendieron que debemos respetar a todas las personas por igual, para que estas nos respeten a nosotros. Hemos de saber dar oportunidades, no debemos cerrar la puerta a ser feliz a nadie, no se debe discriminar.
Ver como los chicos, dentro de sus posibilidades físicas, daban el máximo para poder realizar el chute a portería, jugar la pelota al segundo palo, chutar una falta al más puro estilo “futbolista profesional, con sus manías, sus pasitos hacia izquierda o derecha…”, chutar los penaltis decisivos del partido, y ver que lo hacían con la ilusión y la sonrisa de un niño feliz, me lleno de vitalidad. Me volví a sentir orgulloso del club en el que estamos, en el club que trabaja por la integración social y las desigualdades de la vida mediante la practica del fútbol sala. Orgulloso de enseñar unos valores de cooperación y de superación personal a los más pequeños del club.
Ver aquellas caras de felicidad de aquel grupo de nuevos jugadores, en el que ellos sentían que su disminución física en algunos casos, y la disminución psíquica en otros no fueron obstáculo para poder hacer una de las cosas que más les gusta, jugar a fútbol sala con total normalidad.
Quiero transmitir y pedir a los clubes, no solo de fútbol sala, que un pequeño esfuerzo nuestro es un gran premio para ellos y para todos los que los rodean.
Es fácil pedir ayuda cuando lo necesitas, pero igual de fácil poder ofrecer a los demás tu apoyo cuando ellos te necesitan.
Gracias a todos los que apostáis por nosotros.
